La avutarda

Un suave oleaje mece la verde llanura mientras en el barbecho comienzan a reunirse los machos de avutarda. Aunque se trata de una de las mayores aves voladoras del mundo, llegando a pesar 15 kilos y medir 2,5 metros de envergadura, su presencia en el inmenso y despejado paisaje sólo se hace visible ahora, cuando agrupados los machos realizan su elaborado cortejo tratando de llamar la atención de las hembras. Éstas, siempre menores, irán acercándose atraídas por el ruidoso pavoneo y, sobre todo, por la espectacular "rueda" que convierte a cada macho en una gran bola blanca por efecto de la inversión de su plumaje.

Avutardas. Pintura de J. Projecto.
En los primeros días de abril, la hembra, una vez fecundada, se alejará en solitario en busca de lugar apropiado donde preparar su nido. En la linde de los campos cultivados, al pie del trigo o entre las hierbas florecidas de la vaguada, el propio peso del ave fabricará un rudimentario cuenco aprovechando alguna ligera depresión del terreno. Invisible entre la vegetación incubará dos o tres huevos y, tras la eclosión, dará protección a los pollos que, en pocos días, corretearán junto a la madre atentos a sus sonidos de alarma.

La población de avutardas en Extremadura es de 6.000 ejemplares durante la época de reproducción, aunque el número se incrementa durante la invernada con aves procedentes de otros enclaves, lo que convierte a nuestra región en una de las zonas más importantes para la conservación de la especie, que dispone de unos efectivos de 25.000 individuos en España.