La cabra montés

En las risqueras de Las Villuercas, Monfragüe, Las Hurdes o Gata podemos contemplar, después de milenios, las pinturas rupestres que los antiguos pobladores de la Edad del Bronce plasmaron de forma esquemática. Confundidas con trazos poco figurativos, puntos y líneas de difícil interpretación, adivinamos con entusiasmo las figuras humanas y animales. Aquí está la cabra montés, de inconfundible cornamenta. Otras referencias literarias aseguran que la especie vivió en muchas de nuestras montañas y sierras incluso hasta finales del siglo XVIII.
El invierno envía su mensajera blanca que, silenciosa, cae sobre las descarnadas cumbres. Piornales y cervunales van quedando ocultos por el leve pero insistente peso de los copos. A través de la frágil cortina y devueltos por los abismales canchales resuenan los golpes secos y repentinos. Estamos en Gredos, donde los machos monteses han iniciado sus encontrados esfuerzos por conseguir la tutela de las partidas de hembras.


Cabras. Pinturas esquemáticas. Foto José A. Palomo. 

La cabra montés, endemismo de la península Ibérica, mantiene poblaciones en distintas zonas de montaña, por las que se distribuyen tres subespecies, de la que una de ellas habita exclusivamente en la Sierra de Gredos y en la vecina reserva de Las Batuecas. La intensa presión humana la ha relegado a través de los tiempos a enclaves agrestes, exterminándola de aquellas otras serranías en las que podían suponer competencia por el alimento con la cabra doméstica. En Gredos, macizo cuyas alturas han estado permanentemente deshabitadas, la montés pudo sobrevivir hasta principios del presente siglo. Para entonces la presión de cazadores y pastores la había llevado al borde de la extinción. El interés del monarca Alfonso XIII, que gustaba de acudir a estas cumbres a lomos de mula, consiguió detener su pérdida cuando la población había quedado reducida a poco más de una docena de ejemplares. La estrategia utilizada fue singular y de la misma hoy se podría aprender mucho: la guardería y vigilancia de las monteses quedó encomendada a los principales furtivos de la zona. Actualmente, un tercio de los 8.000 ejemplares que viven en Gredos ocupan la zona extremeña del macizo y su caza se sigue practicando al rececho de forma controlada.