La montaña

El espinazo de Gredos se adentra en Extremadura dibujando con su cuerda el límite noreste de la región y dando después paso a valles y elevaciones hasta tocar con Portugal. En esta amplia cortina serrana se alcanzan las mayores altitudes en tierras extremeñas, con su cota más elevada en el pico Calvitero, de 2.425 metros.

Estas comarcas, tal vez por sus peculiaridades orográficas, tal vez por tratarse del último extremo, han conservado modos y maneras bien distintos del resto de la región, aunque también entre ellas existen significativas diferencias. Los rasgos comunes vienen dispuestos por las características de las explotaciones agrícolas y ganaderas típicamente montañesas, tanto como por los núcleos urbanos de reducidas dimensiones y abancalados en las laderas, conservando una arquitectura rural de gran interés. Así, en las comarcas de La Vera, Valle del Jerte, Ambroz y Gata encontramos estrechas y elevadas callejuelas con sencillos soportales de roble o castaño y viviendas de adobe con refuerzos de madera. En Las Hurdes, sin embargo, la carencia de otros materiales ha obligado al uso casi exclusivo de la pizarra, repitiendo una tipología ancestral.

La vertiente extremeña de Gredos, precisamente por su orientación hacia el sur y lo abrupto de su desnivel, recibe la benigna influencia atlántica que confiere a esta zona una climatología con elevada pluviosidad y suaves temperaturas. El granítico paisaje de las cumbres queda cubierto por la nieve durante los meses fríos, sepultando los resistentes piornos y ocultando las lagunas que aún dan fe de los antiguos glaciares. A medida que las nieves se retiran dejan los pastizales de cervuno al descubierto y las cabras monteses recuperan sus encastillados dominios. Garganta arriba acompañan las estrechas sendas de los pastores para alcanzar la majada todavía habitada o los viejos chozos. También encontraremos aquí, amén de las monteses, al águila real, al roquero rojo, al pechiazul o al mirlo acuático. Reptiles y anfibios, al margen en estos confines de la persecución humana, están bien representados con la lagartija serrana, la víbora hocicuda, el lagarto verdinegro, la rana patilarga, la salamandra común y el sapo común, estos dos últimos con poblaciones de subespecies endémicas y escasas en las lagunas de Gredos.

En el profundo y extenso valle del Jerte el robledal de las laderas está siendo sustituido por plantaciones de cerezo que, para mejor sustento, son precedidos por el abancalamiento del terreno, evitando su arrastre con inverosímiles paredes de cantos rodados en las zonas próximas al río y con las rocas resultantes de la limpieza del terreno más arriba. Tal cultivo, generalizado y casi exclusivo, produce una explosión de flores blancas en los primeros días de primavera, confundiéndose a veces con las todavía nevadas cumbres del fondo del valle. Pero también el otoño trae gratos colores amarillentos, pardos y rojizos, con las hojas que van secando de robles y castaños. Estos últimos, introducidos probablemente en la zona por los romanos, se asientan principalmente en laderas y vaguadas de las umbrías aquí y en la sierra de Hervás. Rugientes gargantas, como la de los Infiernos, arrastran límpidas y velocísimas aguas repletas de truchas.

Paupérrimos suelos de pizarra han limitado las posibilidades agrícolas y ganaderas en Las Hurdes. Agrupadas colmenas se distribuyen entre las manchas de brezo y jara, que invaden las repentinas laderas. Y en escondidos rincones algunas chorreras se abren camino hacia los serpenteantes cauces. Diminutos huertos ganados con esfuerzo a la pizarra humanizan el paisaje, modificado en las zonas más bajas por repoblaciones de pino que conectan con la Sierra de Gata.

En Gata, comarca rayana con Portugal, las cumbres de su sierra distribuyen aguas hacia la cuenca del Duero, al norte, y hacia el Tajo. A pesar de que su altitud máxima se encuentra en el pico La Boya, con 1.519 metros, las nieves hacen acto de presencia en los inviernos más fríos. En el blanco manto quedaban grabadas las huellas del lobo en épocas no muy lejanas, pues hasta bien entrada la década de los sesenta fueron frecuentes sus aullidos en la sierra. Finalmente, víctimas de la presión humana y perseguidos por los tíos loberos, que exhibiendo sus víctimas buscaban dádivas entre los vecinos de los pueblos próximos, aquellos míticos animales desaparecieron de estos y otros muchos montes de Extremadura. En Gata, sin embargo, se continuó avistando algún que otro ejemplar, posiblemente en tránsito entre las poblaciones de la Sierra de san Pedro y de la Culebra, en Zamora. El desconocimiento de las especies, la falta de concienciación sobre la importancia del mantenimiento de la biodiversidad y, sobre todo, una mala comprensión de la pretendida competencia de determinadas especies depredadoras frente a los intereses de los grupos humanos, ha llevado a muchas especies al borde del exterminio, cuando no a la desaparición total. Otro de los mamíferos que estuvo perseguido bajo la etiqueta de "alimaña" fue el lince o lobo cerval, desaparecido ya de Extremadura y prácticamente del resto de la Península Ibérica, de donde es endémico.

Lobos. Pintura de M. Sosa.
Sobre las copas de los pinos o sobre robles, los buitres negros construyen sus amplias plataformas de nidificación hacia finales del año, siendo sorprendidos por alguna nevada durante el proceso de incubación.