La trashumancia

El ganado ovino, por su capacidad de aprovechar pastos de hierbas cortas y escasas, rusticidad y facilidad de aclimatación, es sin duda la especie rumiante mejor adaptada a Extremadura. Probablemente importada por los cabileños bereberes en tiempos almohades, la cabaña de oveja merina y su amplia expansión fue la desencadenante del proceso generalizado de adehesamiento en Extremadura. El agostamiento de los campos durante los largos meses del verano obligaba a realizar el traslado de los rebaños hacia los pastos de las montañas norteñas.

La trashumancia consiste en el movimiento estacional del ganado: de la sierra al llano (invernadero) y del llano a la sierra (agostadero). Su existencia puede datar de tiempos prehistóricos, cuando en el Neolítico los grupos de cazadores seguían a los grandes herbívoros en sus desplazamientos migratorios. En la Edad Media el descenso de los rebaños a los extremos (más allá del río Duero) pudo dar nombre a Extremadura y a su vez dio origen al Honrado Concejo de La Mesta, una corporación nacida de las vicisitudes de la actividad ganadera trashumante de castellanos y leoneses en el pastoreo de las tierras recién conquistadas a los musulmanes, entre los siglos X y XIII. La necesidad de proteger a los rebaños, incluso con escoltas armadas, fue el origen de su fundación por Alfonso X en 1273. Esta Hermandad de ganaderos y pastores, gobernada por el Concejo y perfectamente organizada, puede considerarse la base del desarrollo de la ganadería merina en España y de la posterior comercialización de la lana. La Mesta estuvo muy protegida por todos los monarcas de Castilla, alcanzando su mayor apogeo en la época del Imperio español (con 3,5 millones de cabezas), pero entró en crisis tras la Guerra de la Independencia, cuando la raza merina fue adoptada por otros países, cuyas producciones compitieron y provocaron la reducción de las exportaciones españolas, desapareciendo la institución en 1836 con la Desamortización. Los movimientos del ganado se realizaban a través de vías pecuarias (cañadas, cordeles y veredas), en la actualidad semiperdidas.

Aunque la trashumancia de corto recorrido, desde los pastizales de las dehesas extremeñas hasta la serranía de Gredos, se mantiene, la de largo recorrido está casi abandonada y, cuando se realiza, es por ferrocarril o en camiones. La pérdida casi generalizada de esta actividad ha ocasionado problemas en la conservación del arbolado, de los pastos y del propio suelo de las dehesas, ya que la acción del diente y del pie del ganado se mantiene durante todo el año, afectando a semillas y renuevos.

En la actualidad la cabaña ovina está destinada a la producción de carne y queso, habiendo perdido mercado la lana tras la aparición de las fibras artificiales, y su manejo sigue siendo en extensivo, aprovechando mediante el pastoreo los recursos naturales (hierba, matorral, bellotas, etc.) de grandes o medianos espacios, generalmente delimitados por cerramientos (tradicionalmente paredes de piedra, modernamente alambradas).